Sacrificio y Renuncia




El 22 de diciembre del año pasado, el Papa Benedicto hablaba a los cardenales y obispos que colaboran con él en Roma sobre la necesidad un “Año dela Fe” (del 11-oct-2012 a Cristo Rey, 2013) y sobre la crisis de fe en Europa. Entre las muchas ideas que menciona, me llamó la atención una que a primera vista puede pasar desapercibida, pero que al inicio de este año me ha venido constantemente a la mente al escuchar, aconsejar y tratar con los jóvenes: 

“Europa se encuentra en una crisis económica y financiera que, en última instancia, se funda sobre la crisis ética que amenaza al Viejo Continente. Aunque no están en discusión algunos valores como la solidaridad, el compromiso por los demás, la responsabilidad por los pobres y los que sufren, falta con frecuencia, sin embargo, la fuerza que los motive, capaz de inducir a las personas y a los grupos sociales a renuncias y sacrificios.” (BXVI, 22-12-11) 

Y es que el Papa le ha dado al clavo, hemos perdido la capacidad renunciar a muchas cosas y a las seducciones del mundo, y de hacer sacrificios cuando hay que optar por Dios y por ser coherentes con nuestra fe. ¿A quien no le ha pasado, le gustaría quedar bien con Dios sin perder algún beneficio o placer que ofrece el mundo, y al optar se siente incapaz de decidir, o termina cediendo a la tentación y relegando a Dios a un segundo, tercer o cuarto puesto? Dios o mi egoísmo, Dios o el dinero, Dios o el mundo el pecado. 

Ya no somos capaces de saber aceptar con gusto y elegancia los sacrificios que conlleva nuestra Fe. Aquellos que los primeros cristianos, los conversos y los mártires aceptan gustosos. Y como dice el Papa, lo de que no podemos servir a 2 señores no es una prohibición o una ley que Cristo impone; no, es simple antropología, al hombre le es imposible servir a 2 señores, tiene un solo corazón incapaz de dividirse so pena de desgarrarse. O uno o el otro. 

Por ello, les invito a descubrir de nuevo la belleza y la alegría de optar de nuevo por Dios, que si le hemos negado, nos espera con los brazos abiertos, en la confesión y en la Iglesia. Toda tentación, grande o pequeña es una oportunidad de decirle a Dios: “Te escojo a ti de nuevo, te amo”. 

Ahora, el sacrificio y la renuncia en sí no son buenas, ni valiosas, sino sólo en cuanto nos acercan a Dios. Hay que renunciar a aquello que sabemos nos aparta de Dios, que nos hace pecar, o que simplemente nos distrae de nuestros deberes y de nuestra misión, Renunciar como decimos en el bautismo: a Satanás, al mundo y a nuestro egoísmo. Y aceptar, no huir, de los sacrificios que nos acercan a Dios: superar la flojera para ir a Misa, para visitarle en la capilla; sacrificios en los que amemos a nuestros hermanos y que nos hagan solidarios con ellos: la donación de nuestro tiempo para escuchar, ayudar, la limosna y ayudar a los demás, etc. El pedir perdón y corregir con caridad al que se equivoca. No se trata de un vacío masoquismo sino actos de amor a Dios y a mis hermanos, de opción por ellos sobre el pecado y también sobre cosas buenas y lícitas, donde pueda quedar claro: “Señor, tu me importas más, mira cuánto te amo y quiero amarte. Perdona mi debilidad y ve mi deseo de agradarte”. 

Les prometo mis oraciones. Para leer el texto completo del mensaje del Papa para la cuaresma pasada siga el siguiente enlace: http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/messages/lent/documents/hf_ben-xvi_mes_20111103_lent-2012_sp.html

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