Un autentico hombre

Dios nos ha creado a todos, y como todo buen padre, Él sueña con ver a sus hijos crecidos de un modo que le haga sentir orgulloso. Pero, ¿Cuándo Dios piensa en ti (le hablo a los varones que me leen) con qué sueña? ¿Qué es lo que espera Dios de ti hombre, varón cristiano? ¿Qué ve?

a.       ¿Un “niño bueno”?
b.      Un hombre bueno, el más buena gente de los hombres?
c.       ¿Un hombre amable, gentil, caritativo?
d.      ¿Un hombre elegante, encantador, tranquilo, cordial, “que no da problemas”, un tanto mandilón (en el buen sentido)?

Mmm…  Y tú, dime, ¿sinceramente tu te ves así, aspiras a ser así, estas descripciones se identifican con lo que quieres ser?

No creo, ¡y tienes razón para no querer ser así! No digo que estas cosas sean negativas, pero reflejan la imagen de un hombre mutilado, incompleto, domesticado. Y esta no es la visión que Dios tiene de la auténtica masculinidad.

Incluso gente que nos quiere, o los valores positivos de la cultura actual nos han bajado a nosotros varones la barra de la exigencia para que nos conformemos con ser hombres… buenos, que cumplan, que no den lata, pero tampoco que sobresalgamos. Nos hemos acomodado a esta imagen falsa del varón, que no coincide con nuestros más íntimos deseos y anhelos y por ello, son pocos aquellos que logran identificarse con las anteriores descripciones.

Durante las últimas 2 semanas he estado leyendo un interesante libro de John Eldredge, “Wild at Heart” (Salvaje de Corazón) que habla sobre la imagen que Dios tiene del varón y como desvelarla en uno mismo o en los hijos. Muy interesante. Parte del principio de que el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios, “hombre y mujer los creo”, por tanto, tanto en lo masculino como en lo femenino hay rasgos que reflejan algo que hay en Dios. El hombre se asemeja a Dios de un modo mientras que la mujer de modo diverso.

Dios tiene una idea más completa del varón. Dios creo al hombre para asemejarse a él siendo 1. un guerrero, 2. un aventurero, 3. un amante. Así lo ve Dios. Podemos decir que el hombre refleja el lado activo, propositivo, creador, luchador de un Dios que ha dado el primer paso para crear y amar al hombre. Refleja el lado poderoso de Dios. Todo hombre lleva dentro de sí los profundos deseos de una batalla que vencer, de una aventura por alcanzar, y una belleza por conquistar. ¿Una prueba? ¿A qué jugamos de niños? Guerreros, espadachines, cowboys, Indiana Jones, el príncipe que rescata a la princesa, etc. ¿No es cierto que esta idea nos atrae más, no es quizá porque coincide con los deseos que Dios ha puesto dentro de nosotros de asemejarnos a él como hombres?

Todo hombre quiere ser fuerte, aunque ladinamente el mundo a veces le diga que su fuerza es mala, que es mera violencia, la fuerza de un hombre es su máximo orgullo. Fuerza física, anímica, de voluntad, valentía, coraje son cualidades de un autentico hombre. El demonio quiere impedir a toda costa que realicemos esta semejanza con Dios y por ello trata de intimidarnos, relegarnos en nuestra cobardía, a pactar con él renunciando a la lucha y sobretodo a que escondamos nuestra fuerza o que estemos tan inseguros de ella que tengamos que exhibirnos como un “machoman”.

Fuimos hechos para ser guerreros, ser fuertes, ser aventureros, ser amantes, ser salvajes de corazón, por tanto no nos podemos conformar con ser “el más buena gente”.

¿Por qué entonces es tan difícil tomar la lucha, partir hacia la aventura, salir a la conquista de una belleza?
¿Y si el hombre refleja al amante y guerrero que hay en Dios, qué es lo que a la mujer la asemeja al Creador?
Estas preguntas las trataré en las siguientes reflexiones.

¿Interesante no?, ¿qué opinan?

Mientras tanto, recomiendo ampliamente estos dos libros:

¡Hasta la próxima!


2 commenti

  1. Gracias por invitarnos a tu blog, cómo siempre tienes cosas que nos hacen reflexionar.
    Deseamos que nos sigas transmitiendo la fé en Dios. GSE

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  2. Gracias por la recomendación Alejandro. Espero pronto poder leer el libro que nos mencionas. Muy interesante la entrada. Creo que ambos, hombres y mujeres, nos hemos ido olvidando con el tiempo de la misión que tenemos como hijos de Dios. En búsqueda de la "igualdad", a veces parece que a lo que hemos llegado es a intercambiar roles. Dejando, por supuesto, muy lejos esa misión dada por Dios. Muy digno de meditar, no solo por los varones, sino por nosotras también.

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