"Señor, el día en que vengas a buscarme, ten piedad de mí. Ven a buscarme en mis mejores días, no en un valle de tibieza. Confío por tu misericordia que así será. Concédeme la gracia de tener siempre mi lampara encendida, estar preparado para perseverar hasta la muerte.
El día en que vengas a buscarme, quiero que sea como el del P. Miguel, un día en el que haya hablado contigo y de tí con mis hermanos, que haya entusiasmado a otros con tu amor y tu acción en el mundo.
Y concédeme que tras este día en que vengas a buscarme como buen Padre, me acompañe toda mi familia legionaria y mis familiares que me vieron crecer. Concédeme que sea como lo fue hoy, un día de mucha paz, mucha esperanza, de una alegría de vigilia de Pascua.
Y el día de mañana, cuando los hombres se olviden de mí solamente una cruz y en ella Cristo seguirás abrazando mi sepultura como guardián eterno de una amistad comenzada en esta tierra.
Y mientras ese día llega, concédeme prepararme amando en esta vida, concédeme un corazón semejante al tuyo, concédeme compartir con mis hermanos lo que me has dado y servirles como legionario y sacerdote. Y concédeme anhelar el momento de poder contemplarte cara a cara a tí Señor, amigo y justo juez, el día que vengas a buscarme.
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