Regresar a Roma después de 3 años ha sido una grata experiencia. No sólo el ambiente entusiasta de la comunidad, o los estudios de teología hacen que esté muy a gusto en casa, sino especialmente el poder reencontrarse con amigos de etapas de formación pasadas y entablar nuevas amistades ha sido una gracia enorme que Dios me ha concedido.
Hoy, con los hermanos de mi equipo (la comunidad de 300 hermanos de Roma se divide en equipos de unos 15-18) hemos organizado una comida en el jardín. La misma comida del resto de la comunidad pero en un bosquecito atrás de casa y una parrilla. Y no hay nada que una más a un grupo de hombres que una parrilla (o un buen partido de americano o de sóccer). Hermanos de varias nacionalidades: Brasil, Canandá, Estados Unidos, Eslovaquia, México.
Estoy seguro que puedo contar con ellos en la misión que Dios nos ha encomendado y que si la empiezo a regarla sabrán corregirme y aconsejarme con confianza y caridad.
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